La mano que cruza la espalda,
mece mi silla y da de comer,
dibuja mi sonrisa
y sustenta mi corazón.
Armadura de acero,
acero inolvidable.
Tan firme como robusta,
infranqueable…
siempre en defensa
al peor de los sables.
Más de Juana de arco
que de una infanta cualquiera.
Kasparov de la vida
a quien tantas veces planté cara,
pero me miraba y…
me dejaba ganar
El médico sin medicar
el que te purifica
el que está sin estar.
Ungüento de carne y hueso
liviano de amor
lidiador empedernido
Mi deuda eterna
préstamo a interés 0.
Vuestro cariño
mi mejor aval
regalo cotidiano,
mi génesis y mi final.