Cuando estoy contigo
me siento solo,
como una madre sin su hijo,
un bikini en invierno,
un niño sin su polo
o Jesús en el infierno.
Cada día que te veo
me siento vacío
como la cabeza del que maltrata,
un cine por la mañana
o el alma de un amor que mata.
Esa mesa de billar
con polvo y mantel roto…
Ese palo con astillas
que se esfuerza por golpear
y sólo abre más la herida.
Hace un tiempo
que ya dejamos de sumar,
el problema no da resultado,
incluso menos, es más
aunque esté bien acompañado.
Discúlpeme por romper
los cántaros de miel,
por echarle sal
a tu algodón de azúcar…
a tiempo evité diabetes aguda.
Perdóname por la decapitación
y si casi llegó
la sangre al río.
Ahora solo comemos pipas
y vemos volar a las perdices
relamiendo una amistad impasible.
Tan liberto como libre